Pensar lo doméstico: la colectiva

Premisa: tal vez lo que hace falta es que al centro de todo, de-to-do, estén los cuidados y que el trabajo en el espacio doméstico se piense y se ejecute solamente a partir de las necesidades reales de la comunidad (imagínense todo lo que cambiaría: los rituales, las relaciones, las casas, las familias, tantos placeres que tendrían que desaparecer por las opresiones que implican), pero que sobre todo sea un fenómeno colectivo.

¿Y qué significa eso de que los cuidados sean un «fenómeno colectivo»? ¿Qué papel desempeñaríamos en esa organización las mujeres, cuidadoras por asignación histórica? ¿Cómo evitamos que se convierta en ayudar, como suele suceder cuando otros sujetos toman en sus manos esas labores, o en establecer jerarquías como en los trabajos de secundaria donde el «más listo» sólo distribuye el producto que tiene preconfigurado? ¿Quién plantearía los objetivos? ¿Cómo convendríamos las pautas de cuidados? ¿Habría algún tipo de evaluación y de ser así, quién la haría?

Y vienen más preguntas, todas las preguntas.

¿Cómo aprendemos a trabajar en conjunto, por ejemplo? ¿Cómo nos sentimos en compañía de otras personas, cómo se modifican los espacios cuando hacemos comunidad, cómo nos movemos, qué aportamos, por qué necesitamos sentir que aportamos? ¿Eso que aportamos tiene alguna unidad de medida, es comparable, es desechable, es importante, es relevante, lo sufrimos, nos hace sentir bien, nos da seguridad, nos genera angustia?

¿»Colectivizar los cuidados» significa colectivizar también los conceptos de crianza, bienestar, limpieza, amor? ¿Qué tanta disposición percibimos a que eso ocurra? ¿Podemos, por ejemplo, confiar en otras mujeres y en otros hombres, en sus interpretaciones y visiones sobre lo doméstico y los cuidados? ¿Podemos, por ejemplo, concebir que el trabajo que hacen otros y otras es suficiente? ¿Podemos, por ejemplo, dejar de pasar el dedo sobre los muebles, con mirada y actitud de madrastra de Cenicienta, para buscar deliberadamente el polvo a lo que ya sacudió alguien más?

Nosotras pensamos lo doméstico y en este ciclo del círculo de lecturas en la Biblioteca Vasconcelos, que es el cuarto, nos vimos en la urgencia de experimentar qué nos significa hacer trabajo colectivo. La sesión programada para ello tuvo lugar el 7 de diciembre y estuvimos siete mujeres en total. Teníamos dos horas para crear «una pieza» relativa a lo discutido durante el ciclo. Habíamos traído objetos y materiales que nos parecía posible utilizar. Nos pareció también que las consignas debían orientarse a disfrutarlo,  valorar el proceso, hacerlo consciente y terminar ahí el resultado final sin necesidad de mayores ediciones (con la intuición de que los cuidados extra asumidos por una integrante de la comunidad podían verticalizar y desequilibrar el conjunto), con miras a reproducir esta misma metodología en la colectivización de los cuidados, que debe erigirse en posibilidad real pero nunca lo será, o eso estamos planteando aquí, si no desmenuzamos cómo nos han educado para hacer colectivos y qué debemos desmontar/replantear/recuperar para que funcionen.

Así que nuestro primer acto político como colectiva fue cocinar, entre risas y anécdotas, este tendedero:

Y ustedes, ¿cómo se piensan y se miran en lo colectivo?

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