El poder de escucharnos

Brenda Isabel Pérez

 

Este texto es resultado de una transcripción inicial de varios audios grabados para mí misma. Últimamente he pensado que hace falta contarse a una misma las cosas importantes.

 

Con este audio que eventualmente voy a transcribir y será publicado en las redes de mi querido Pensar lo doméstico, quiero hablarles sobre la importancia de la voz en colectiva, de escuchar, de hablar y ser escuchadas, porque estoy muy segura que encontrar y compartir voces es lo que me ha salvado de la locura en momentos difíciles como el confinamiento. 

Probablemente tenga más de 6 años la época en la que comencé a tomar el gusto de la lectura en voz alta, le leía a mis novios poemas, fragmentos de cuentos, cosas propias; les leía con mucho entusiasmo y sobretodo, con cariño. Recuerdo haber leído uno de mis textos favoritos de Rosario Castellanos a alguien para después ver cómo le resultaba completamente indiferente, como si le estuviera leyendo a la pared, eran espejos que me regresaban imágenes borrosas. También hubieron parejas que honestamente hacían el intento por leerme, pero casi siempre el ejercicio resultaba inerte, a veces eran los textos a veces su voz, terminaba arrepentida de haber sugerido la lectura.

En 2019, tras el último enamoramiento primaveral, decidí darme de baja temporal con el amor romántico, con cualquier presentación o insinuación de este. Nunca se me habría ocurrido que pasar un tiempo sin el eco de voces masculinas opinando iba a cambiar tantas cosas en mi vida. Estuve así durante meses, muchas personas parecían preocuparse por la decisión, como si de pronto hubiera declarado algún odio que más que hacerle daño a terceros, me haría daño a mí misma, pero no fue el caso, quería descansar. Tuve días buenos, días muy buenos, días malos y días muy malos.

Soy una persona que tiende a aferrarse a la nostalgia, al pasado, a las cosas que duelen, los hubiera; soy una persona que tiende a ser triste. Durante los días malos me cuestionaba la decisión de haber pausado al amor romántico. Durante los días malos me sentía sola y quería de vuelta la utopía romántica que culmina en besos, abrazos y frases consoladoras.

Un día recordé lo mucho que me había gustado leerle a la última persona de la que me enamoré ese año y se me ocurrió que quizá lo valioso no era haberle leído a él, sino escucharme. Así tal cual, pensé: “quiero leerle en voz alta a otras personas”.

Soy tímida y aunque conozco personas que les leen en voz alta a niños o al público en algún escenario, yo no me habría sentido identificada con esas posibilidades, me gusta que haya una intención o cariño hacia las personas a las que les leemos. Entonces, publiqué en twitter si alguien quería hacer un chat/canal de lecturas en voz alta. La única que me contestó explícitamente que sí y con la que se realizó ese diálogo, fue con Sylvia Aguilar Zéleny, intercambiamos algunos audios y así conocí su voz, lecturas nuevas y así, me sentí acompañada durante los días malos. 

Tuve por primera vez esa interlocución que no había tenido con ningún ex. Cuando me sentía triste en el transcurso del día, escuchaba varias veces algún audio y pensaba: “alguien te mandó esta lectura bellísima con la intención de que te sintieras mejor, podríamos simplemente ponerle atención e intentar pensar en ese gesto tan maravilloso”. 

Claro que, con en el paso del tiempo cada una se dispuso a resolver la vida y la interlocución pausó, esas cosas ocurren, pero definitivamente apareció una idea muy importante en mí: existe la posibilidad de encontrarnos y conciliarnos entre nosotras.

Los primeros días de confinamiento por COVID-19 fueron tristísimos para mí, el exceso de noticias me causaba dolor de cabeza y paranoia, dormía más horas que antes, mi ansiedad se elevó, tenía pequeños arranques de llanto que no sabía nombrar. Ya había tenido la experiencia de trabajar en casa y casi no salir por falta de dinero cuando era freelance, pero esto era muy distinto, la posibilidad de distracción se reducía a la computadora y al departamento y por el contrario, las tareas incrementaron para concentrarse en un sólo espacio, el espacio doméstico. Cortar de un día para otro con las pequeñas cosas que nos distraen o con otros espacios físicos que te hacer sentir segura, te desestabiliza emocionalmente. 

El primer recuerdo de bienestar que tuve fue el chat con Sylvia y quise repetirlo, volví a preguntar en redes sociales si alguien quería hacer un chat o canal de telegram para intercambiarnos audios. Esta vez recibí respuestas de algunas chicas que decían que sí muy entusiasmadas y fue entonces cuando Ale Eme Vázquez me animó a convocar desde Pensar lo doméstico. Me emocioné y de inmediato dije que sí, que me parecía una idea increíble. La verdad es que todo lo que es convocado desde Pensar lo doméstico está construido con un cariño que siempre me motiva y además, honestamente me daba un poco de miedo que nadie mandara audios, que las mujeres que me contestaron en Facebook realmente no se sintieran en confianza de mandar cosas, después de todo la inseguridad que tengo hacia ser escuchada es la misma que muchas otras mujeres tienen, lo sabemos. Así pues, convocamos y creamos el canal en Telegram. La descripción del canal dice: 

“Creamos este canal colaborativo para enviar y recibir audios con textos cortos entre mujeres. La idea es dialogar entre nosotras a través/desde lecturas en voz alta. Nuestros espacios son de y para mujeres”.

En menos de 24 de publicar en twitter ya éramos 74 suscriptoras en el canal, por un momento me sentí abrumada, no estoy acostumbrada a sentir que la gente me observa, no quería equivocarme o provocar algún desencanto, pero todas mis compañeras en la colectiva son mi espacio seguro y me encontraba acompañada. Con los días fuimos siendo más mujeres, la crisis que sentí al inicio del confinamiento se fue disipando, se fue acotando a una preocupación normal, Ale y yo aprendimos cosas nuevas de Telegram (porque somos señoras que no habíamos hecho un canal, por supuesto) y con los días no sólo descubrí nuevas lecturas, descubrí voces maravillosas, todos los audios me parecen fascinantes, algunos traían pájaros cantando de fondo, música muy bajita o distintos tonos de voz en el mismo audio. Todos tienen una intención en común: compartir con otra algo que una le parezca valioso. En tan solo unos días, se logró construir un espacio seguro (gracias a Ale por ser La Sacabatos oficial) virtual que aún me cuesta trabajo asimilar, que me da toda la esperanza del mundo. 

Han pasado dos meses de la creación del canal y somos más de 200 suscriptoras y quiero decirles que hacer eco con ustedes es un oasis frente a la realidad en la que nos encontramos y que todas confrontamos en situaciones distintas. Quiero decirles que además de escuchar lo que nos comparten, leo con mucha emoción todos los comentarios que dejan para todas y que jamás habría pensado que somos tantas las que conciliamos el día a día con los audios, porque acompañándonos, nos cuidamos y fortalecemos. No estamos solas.


LA AUTORA

Isabel

 

Brenda Isabel Pérez. Pensadora de la Casa de Capricornio. Concluyó arquitectura con el pretexto de poder describir, ordenar, dibujar desordenar, coordinar y almacenar espacios. No realiza todo al mismo tiempo, pero intenta. 

2 comentarios sobre “El poder de escucharnos

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