Una Tal Lü Rey
Perdí la cuenta de los días en confinamiento. No dormí casi nada, parecía que el fantasma de Scrooge entraba por mi ventana mostrándome mi pasado, mi presente y mi futuro, incierto. Me desperté a las siete de la mañana y me dirigí a la cocina a poner la cafetera, mi cuerpo pedía un shot de cafeína. Al dirigirme al baño pasé por el comedor, el espejo de la cantina me hizo ¡psss! Estaba hecha un tremendo desastre: mi cabello, mi cara, mi pijama. Me urge un tinte, nadar hasta agotarme en mi maravilloso ojo de agua que te purifica y te regresa a la vida, te tonifica la piel y te activa los chakras. De regreso a la realidad.
Me metí a bañar y caían a los hombros baldes de realidad. No me puedo quejar, pensé, afuera hay personas que de verdad la están pasando mal. Al salir busqué un lindo vestido, nada formal, ligero, holgado, me puse un poco de crema corporal, en el rostro y cuello, bebí mi café, preparé un desayuno con claras de huevo y espinacas.
Me lavé los dientes y, frente al espejo, delineé mis labios. Los cubrí de rojo.
En ese momento mi hijo bajó las escaleras y preguntó ¿por qué te pintas si no podemos salir? Le hablé sobre la importancia de mirarte al espejo y sonreír porque te gusta lo que ves. Existen antecedentes que usar lipstick rojo, te cambia el ánimo ipso facto.
Tal como explica Rachel Felder, periodista y autora del libro Red Lipstick: An Ode to a Beauty Icon: «llevar pintalabios rojo hacía a las mujeres sentirse fuertes, seguras y atractivas, unos sentimientos especialmente preciados en tiempos de crisis».
Así que escogí la playlist para iniciar mi día:
- escombrar por aquí
- lavar por acá
- lista del súper por surtir
- entrar a la banca electrónica
- conferencia por Zoom de diplomado
- revisar pendientes, esos que nunca se acaban
- enviar itinerario y cotización
- reenviar correo
- sacar cita con dentista
- no olvidar: COMPRAR VINO
- ejercitarme
Sí, había cambiado mi estado de ánimo por completo. Mi día me rindió tanto que por la noche me solté el cabello, abrí mi vino favorito y brindé por la mujer frente al espejo. Por mí.
LA AUTORA
Una Tal Lü Rey. Originaria de la ciudad de Orizaba, Veracruz, México. Mujer, madre, esposa, empresaria. Cuarenta y un vueltas al sol y sumando, si salimos de esta contingencia. Amante de la vida, de las letras, del vino tinto, adicta a la cafeína, el chocolate amargo y los viajes. Licenciada en Administración de Empresas Turísticas, coordinadora de eventos. Signo zodiacal: Cáncer, con ascendente Escorpio. Escribo como reflexión y catarsis, es un filtro entre lo que pienso y me cuesta trabajo expresar; si me equivoco borro, corrijo, reescribo… Y también escribo porque se me da la regalada gana.