Yo tengo una casita que es así y así

A continuación se presenta una pequeña selección de textos que nacieron en el taller Casa y literatura, impartido por Adriana Ventura a principios del año 2021. Las autoras que participan en esta muestra son Abigaíl Cortés, Andrea Yepez, Jennifer Rubio, Jimena Rosillo, Judith Arámburu, Laura Sofía Rivero y Priscila Villanueva. 

Collage deJudith Arámburu García

Mi casa viene ya, ya casi llega, cada día. Casi…casi, ahí viene, ya merito. Hoy no, pero mañana tal vez. Hoy no porque la puerta de la bodega se cayó y hay que repararla. No sé si mañana porque hay humedades pero vendrá mi casa cuando las resane. (JR)

Construir tiene mucho de desescombrar.
La tierra se corre como si hubiese pasado una avalancha.
Se alzan con premura estructuras inestables y temporales, parecidas a las que se arman en las emergencias.
Los ladrillos se parten.
La pintura gotea.
Restos de cemento se endurece en los lugares equivocados.
Hay polvo.
Mi casa, entonces, nace ahí, de vistazos de ruina. De ver el alboroto y el desorden y aquietarlos a punta de pica y pala y fuerza. (AY)

Falso jardín

Aprendí a estar desnuda en esas cuatro paredes. Era el calor que me sofocaba al regresar de la escuela. Era sentir mi cuerpo pegajoso apiñado a otro cuerpo que solía dormir conmigo en un colchón individual cuyos resortes florecían y lastimaban y conocíamos tan bien como para encontrar descanso a pesar de todo. Ese cuarto se erigió como eje del mundo. No necesitábamos más, aunque nuestros muebles eran cajas de cartón, aunque la cama había tenido no sabíamos cuántos otros dueños, aunque nuestro escritorio que a veces era comedor y a veces cantina y otras veces mesa de negocios nos lo habían regalado en una tienda de abarrotes porque nos vieron los ojos frescos, recién nacidos y llenos del más profundo desconocimiento.

Nunca antes había podido estar así, sin nada puesto encima. Porque previamente las puertas no existían y mi casa no era casa sino un pasillo larguísimo e interminable donde todos deambulaban a cualquier hora. Éste, a diferencia, era un cuadrado cerrado, sin fugas; un cuarto. Mi cuarto. Nuestro cuarto. Y la ropa sobraba para comer, estudiar, hacer apuntes, sentir bajo los pies la piedra caliente por aquel sol que derretía las ventanas. Era fácil no tener, olvidar todo, regresar a la piel y sus orígenes. Nunca antes había sentido eso. Pero ese lugar me enseñó a desprenderme y no volver atrás la mirada. Los que vuelven la cabeza se convierten en sal, se hacen polvo o se disuelven. (LSR)

Una casa no se construye sola,

necesita de muchas manos para que pueda servir de refugio.

Alguien la imagina, otras le dan formas,

ponen los cimientos.

El cuerpo que soy, que habito

también es producto de la unión de muchas manos.

Si miramos lejos:

mi padre y mi madre,

sus ancestras y ancestros.

Si miramos cerca:

átomos,

células que forman la materia.

La casa que soy

es plural, multiplicada,

compartida.

La casa que soy

es muchas casas juntas. (JR)

Recorrer la casa

La casa me hace pensar: en las ausencias, en el tiempo, en los huecos y las huellas.

[Mi casa, ha sido varias casas].

He estado varias veces en esta casa: varias temporadas de mi persona, también de quienes no se han ido de aquí.

[Transité varias de sus habitaciones, hasta regresar a aquella donde empecé].

Personificando esta casa: soy un sótano, he habitado el sótano.

[Entre mis hombros cargo mi casa, a veces ligera, a veces pesada].

Analepsis de oscuridad y de luz en cada uno de esos espacios. Todo ha dejado de pertenecer, permanecer, y como rastro, difuminado.

[La casa, el hogar, siempre ha estado dentro de mí].

Y eso interno en mí, me hace reflexionar sobre lo que deseo sentir: en esa primera sensación, de lo que llegue a ser mi casa-hogar-refugio.

[El instante en que ande descalza entre la arena blanca o la hierba del bosque]. (JA)

Casa y Memoria

Una de mis bisabuelas perdió su casa en una apuesta.

Mi primera casa, fue una casa de muñecas de madera. Mi hermana y yo tuvimos una casita para jugar, en el hueco debajo de la escalera de la casa que mis papás construyeron y en la que aún viven.

(Sigue escribiendo lo que estás pensando) 

Normalicé tener una casa. (JR)

Una casa Porvenir

En la cocina de aquella casa había un refri tapizado de dibujos y cartas de un nieto; en el comedor, dos ventadas cuya vista daba hacia una jacaranda. Había también un pasillo con fotografías de rostros que ya murieron y están a punto de ser olvidados.  La habitación era el lugar más calientito, lo tenía todo: sándwiches para ver caricaturas en la noche, mecedora para dormir tomando el sol, una cama para recostarse y pensar en el futuro que, ante una muerte inminente, ya no podrá conocerse. (AC)

Hogar 85

5 meses de gestación

hogar perfectamente ovalado

cálido

cereno

acústica inimaginable.

En santa paz.

Esperanza, acostada

ve su lámpara inquieta

las persianas bailan

se rompe el brindis marital

del hogar

¡Los castillos se vuelven andamios!

caen las copas.

(Sístole, diástole)

Aterrada

grita

corre

quiere salvarnos

cae.

Dos pisos,

escalones,

hematomas infinitos universos.

Abraza su barriga,

¡El bebé!

-nos salvan el cráneo-

-se apaga la luz-

el edificio se desploma

sobre ella,

mi primera casa.

Bajo escombros

enteradas

aplastadas

horas después vuelve en sí

-Su bebé no va a nacer completo-

Seguimos vivas. (PV)

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