«Se hacen poemas y escenas para casa habitación» con Lauri García Dueñas y Alejandra Moffat Varas

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Imparten: Lauri Cristina García Dueñas y Alejandra Moffat Varas
Modalidad: En línea
Lunes 6, 13, 20 y 27 de septiembre de 5 p.m. a 7 p.m. (Horario de la CDMX)
Costo por persona: $2000
Inscripciones e informes al correo: lauriluciernaga@gmail.com

 

Dirigido a
Personas mayores de 18 años que quieran experimentar con la escritura de textos poéticos y dramáticos como catarsis al confinamiento, pandemia y postpandemia. No se necesita experiencia previa en la escritura creativa. 

 

Objetivo principal

  • Detonar la escritura poética y dramática con contenido autobiográfico o de autoficción. 

Objetivos específicos 

  • Aprender nociones de la escritura de textos poéticos y escribir al menos un texto poético. 
  • Conocer herramientas de la dramaturgia y escribir al menos una escena para teatro, video, cine o Tik Tok. 

Temario 
Infancia y casa
La familia y el cubil
El cuerpo y el deseo
La otredad del adentro y del afuera

 

Bibliografía
Alzati, Andrea. “Tres poemas”, Revista Fractal, México, 2016.
Carson, Anne. “Autobiografía en rojo”, Editorial Pre-textos, 2016.
Delgado, Nicole. “Selección de poemas, Poetas del Siglo XXI”, España, 2012.
Fernández, Nona. “Space Invaders”, Chile, 2013.
Luque, María. “Casa transparente”, España. 2017.
Ivo, Ledo. “Finisterra”, J. Olympio, Río de Janeiro, 1972.
Pleitez Vela, Tania. “Preguerra”, Kalina, El Salvador, 2017.
Reyes, Emma. “Memoria por correspondencia”, Colombia, 2012. 

 

Lauri Cristina García Dueñas

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(San Salvador, 1980). Escritora y periodista. Maestra en Comunicación y Cultura por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), gracias a una beca de la Fundación Heinrich Böll.

Poemarios publicados: La primavera se amotina, Sucias palabras de amor, Del mar es el ahogo (XVII Premio Interamericano de Poesía Navachiste, Sinaloa, Jóvenes Creadores 2009), El tiempo es un texto indescifrable, La tía y Atávica memoria: Virginia. Así como las plaquets: Hombre mar y Mujer en El Mar, el desierto es verde, un error espectacular atravesado por avenidas e hipopótamos líquidos, Saigón, Cuaderno africano, América, Aquí en el borde cúspide y Filigranas.

Co-autora de los libros de investigación periodística: Tribus Urbanas en El Salvador y El asesinato de Roque Dalton. Mapa de un largo silencio.

Para teatro, ha escrito Mientras más se grita menos se mata (2011), Mamífera (2017), El deseo de los otros no se puede controlar (2018)  y Del otro lado del cielo (2019).

Algunos de sus textos han sido traducidos al inglés, catalán, alemán, italiano y  árabe. 

Ha participado en lecturas en voz alta y talleres en  Kenia, Francia, Colombia, Chile, México y El Salvador. 

En 2015 y 2016, ganó dos primeros premios únicos nacionales en el área de poesía en El Salvador. En 2015, obtuvo el tercer lugar en el concurso “La crónica como antídoto” organizado por el Centro Cultural Tlatelolco de la UNAM. En 2019, fue una de las cuatro finalistas del Premio de Novela “Hugo Lindo” de la Universidad “José Matías Delgado” en El Salvador con su novela inédita Abril donde no estás.

Colabora con el Programa de Escritura Creativa (PEC) desde 2010 de la Universidad del Claustro de Sor Juana México. 

Ha colaborado en proyectos con PNUD, AECID, ONU Mujeres, OXFAM y Fundación Heinrich Böll.

Blog: www.laurigarcialuciernaga.blogspot.com
Correo electrónico: lauriluciernaga@gmail.com
Twitter: @lauriluciernaga
FB: Lauri García Dueñas
IG: @laurigd

 

Alejandra Moffat Varas

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(Los Ángeles, Chile, 1982). Es escritora, guionista y dramaturga. Coguionista de las películas Las cartas que escribí y nunca envié de José Luis Torres Leiva, La casa Lobo de Joaquín Cociña y Cristóbal León y Una historia sin destino de Enrique Ramírez, entre otras.

Las películas en las que a trabajado han sido premiadas en festivales internacionales como Berlinale, Transcinema International Film Festival, Cinema Tropical, Aneccy, Festival Internacional de La Habana, Festival Internacional de Cine de Valdivia, entre otros. 

Ha sido asesora de guión en producciones de Chile, Argentina, Francia, México, Colombia, Alemania, estre otros países. 

Ha sido ganadora de la Muestra Nacional de Dramaturgia de Chile en dos ocasiones con las obras Buffalito que camina con jeans apretados y chaqueta de cuero y Recuerdos de cosas que duelen. Ambas obras publicadas. Y ha escrito entre otras, las obras de teatro La Fedra, Hospital, El comedor, M.A Héroe de Peñablanca, que han sido montadas por diferentes colectivos teatrales. 

Entre sus publicaciones destacan la novela El hacedor de camas (Sangría, 2011), en instantánea relación de la misma editorial, La heredera Mei Alison Yang (2017), sus cuentos han sido editados en las antologías Vivir allá (Ventana Abierta, 2017), Avisa cuando llegues (Bifurcaciones, 2019), Nada (Alacraña, 2019). 

Twitter: @MoffatAle
FB: Alejandra Moffat Varas
IG: @moffatvaras


Una carta sin destino

S. W. Ming

Cunduacán, Tabasco a 31 de mayo de 2021

¿Mamá?

Yo misma era una niña cuando empecé a hacerme cargo de la crianza de mi hermana, pero supongo que dejaste de verme como una niña para verme como un soporte. Quiero ayudarte, mamá, lo digo en serio, pero aún te molestas conmigo por hacer cosas mal, ¿cómo se supone que le enseñe a alguien más? No es como cuidar mis cosas o mantener limpia la casa. Se trata de un ser humano. Si no hago algo bien puede lastimar a otros, puede salir lastimada ella misma, puede… yo no debería de preocuparme por eso, no todavía. ¡Bah!, ni siquiera sé si quiero preocuparme por ello algún día.

Perdón por culparte, sé que no eres tú. O al menos no sólo . Claro que no es tu culpa, pero no puedo evitar sentirme así. No debería ser yo. No deberíamos ser nosotras. Somos cinco personas en esta familia, pero parece que sólo somos tres. ¿Qué hay de él? No me parece justo, y lo es aun menos cuando lo escucho quejarse de la forma en que hacemos las cosas. Los cuatro trabajamos, ¿por qué él sí puede descansar y nosotras no? 

En fin, no tiene caso ni pensarlo, ¿verdad? No te diré nada ni  a él. Seguiremos haciendo su trabajo como si fuera el nuestro porque así los educaron, ¿no? Sólo me queda prometerte y prometerme a mí que ya no será así para las que vengan después. 

Tu hija.


LA AUTORA

image1S. W. Ming creció en una pequeña ciudad del estado de Tabasco donde hay más baches que libros, pero eso permitió que hubiera más espacio para los de ella. Tiene tan poca experiencia como una joven de 19 años y sin embargo está tan cansada como alguien de 90. Sueña más alto de lo que puede volar pero es demasiado entusiasta como para que le importe. Más lectora que escritora.

Taller de dibujo «Expediciones de papel» con Jennifer Rubio

 
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Duración: cuatro sesiones de dos horas.
Materiales: una libreta para dibujar, hojas,  colores, lápices, crayones, cualquier elemento para dibujar que tengamos a la mano.
Cupo: 15 participantes.
Valor: 450 pesos
Horario y fechas
Inicia el 9 de septiembre
Jueves 9, 16, 23 y 30 de septiembre de 7:00 pm a 9:00 pm (horario de la CDMX)
inscripciones en: hola.una.arlequinada@gmail.com
Taller vía zoom
 
Presentación y objetivos
Este taller tiene como objetivo acercarnos sin tanto recelo, miedo, nervios al papel cuando vamos a dibujar. Siendo el dibujo un ejercicio colectivo en el que nos enfrentamos juntas a la hoja en blanco buscando expresiones libres, sueltas y sinceras, más allá de dibujos “bien hechos”. Este taller es una expedición abierta al descubrimiento donde buscaremos colectivamente diferentes posibilidades del dibujo y de los materiales que tengamos a la mano dentro de una hoja blanca.
 
Temario
Cada sesión del taller estará compuesta por una presentación y saludo, un ejercicio rápido de dibujo para soltar la mano y para finalizar un ejercicio central que será de experimentación colectiva que tendrá como finalidad brindar y compartir miedos, valentías y arrebatos artísticos.
 
Sesión 1 Cacería de dibujos
En esta sesión, empezaremos la expedición con la observación, el detenimiento, la pausa. Un dibujo no siempre es una línea sobre papel; nos pondremos en la tarea de descubrir esas otras posibilidades, de ampliar nuestro imaginario. También será una sesión para saludarnos y conocernos, para empezar a acompañarnos en medio del vértigo de enfrentarnos a la hoja en blanco.
 
Sesión 2 La hoja es un espacio
La hoja de papel es un territorio en sí mismo, hay que recorrerlo, trazarlo, componerlo. En este segundo encuentro, esa será nuestra misión, a través de dobleces y palabras, descubriremos el espacio y las posibilidades que nos ofrece.
 
Sesión 3 Dibujar es un baile
Dibujar es movimiento, es desplazamiento, huella, es un cuerpo en la pista de baile. Bajo ese orden de ideas es que se dará el encuentro de la tercera sesión. Explorar nuestros movimientos sobre la hoja como si estuviéramos bailando.
 
Sesión 4 Recorrer el camino incierto
Como última sesión, ante el mar infinito de posibilidades que  puede ser un dibujo, nos enfrentaremos a la hoja en blanco juntas, en un ejercicio colectivo, un dibujo – diálogo entre las participantes.
Sobre Jennifer Rubio
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Ristelos

Faride Amero

Allí se sienta mi madre. A solas, bajo la tenue luz de la cocina. Tiene la mirada perdida en el Ristelos. ¿Dónde se ocultan los años? Se le han escapado de entre los dedos, como arena ardiente, quemando su piel con el acero de las ollas en la estufa. ¿Cómo traer de vuelta aquellos tiempos? Cerca de casa. Cerca de su familia. Allí se sienta mi madre, en el lugar que otras mujeres han tomado. Siempre es la última en comer, siempre la primera en levantarse. Va de un lado a otro, cuidando la estufa, lavando los platos.

Esa es mi madre; la sacrificada. La terca; la que, como una matriarca, regaña a quien irrumpa en su cocina. La muy tolerante; la que a cualquier desliz mío lanza un gélido reproche. Aquella justicia ciega que sólo ve lo que quiere. Aquella justicia sorda que “eso no fue lo que ella escuchó”. Una justicia parcial, en cuya balanza pesa más el corazón que el orden universal del Ma’at.

Allí está mi madre, como todas las tardes. Sentada en la cocina. Recordando. El pan árabe recién horneado tiene el olor de la abuela Selma. Las oscuras aceitunas resplandecen con destellos de azul, igual que el cabello de la abuela Dafne. Cada aroma es un fragmento de Líbano, y los recuerdos de su madre aún saben a Ristelos.

Cuando puedo, me siento con ella. La acompaño mientras se toma otra taza de café. No importa la anécdota que cuente, mi madre siempre vuelve al mismo tema. Ella conoce el origen de sus problemas. Siempre ha sido una madre responsable, una esposa ejemplar. Una diosa Astarté sin título, ingresos o experiencia laboral. Y es que las cosas ya no son lo que antes eran, algunas costumbres tienen que cambiar. Pero cuando, al levantarse, la ropa oriental de mi madre desprende un olor a incienso; cuando el sabor a yerbabuena de la comida se queda en mi boca, y al cerrar la puerta veo un Nazar; o cuando mi madre condena las vueltas de la vida con un desdeñoso “sharmuta” y se va, recuerdo que ella tiene sangre fenicia: oscura, espesa como el púrpura de Tiro.

Ella sabe qué la ancla. Sólo está esperando que haga buen tiempo para zarpar.


LA AUTORA

Foto - Faride AmeroFaride Amero. Estudiante de Letras Inglesas FFyL-UNAM. Escritora a las 3 a.m. y editora del sitio de noticias Tony’s News el resto del día. Trabajando como articulista de movimientos sociales descubrió su amor por el Medio Oriente, de donde viene su familia. Acuariana entusiasta del té negro. Está estudiando japonés para escribirle a Dazai. Lecturas de Tarot los jueves, no cobra mucho.

¡Sigue su blog Purple Prose para más chisme literario!

Curso-taller Relatos de la maternidad con Fer Monsalvo y Abi Cortés

Narraciones detonantes

Presentación

Relatos de la maternidad es un curso-taller dirigido a todas las mujeres que quieran dialogar y reflexionar sobre las implicaciones de la maternidad.

Objetivos

  • Pensar en cómo la maternidad, la hijez, el cuerpo y la subversión están presentes en la literatura escrita por mujeres.
  • Reflexionar sobre los procesos de creación y las posturas que encontramos en la literatura escrita por mujeres cuyo trabajo creativo está atravesado por la maternidad.
  • Cuestionar las formas en las que las madres han sido representadas en distintos modos del relato.

Descripción

En cada sesión revisaremos una lectura o película que será el detonante de una serie de planteamientos que comentaremos en conjunto. Asimismo, realizaremos actividades que compartiremos entre nosotras.

Duración: 4 sesiones de dos horas

Horario y fechas: los viernes 18 y 25 de junio, 2 y 9 de julio de 6:00 pm a 8:00pm (horario de la CDMX)

Plataformas: las sesiones se llevarán a cabo en la plataforma de Zoom y los materiales para cada sesión serán compartidos por medio de una carpeta de drive.

Remuneración: $600

Temario

Sesión 1
Maternidad y cuerpo, coordina: Fernanda Monsalvo

En esta sesión analizaremos la relación del cuerpo con la maternidad: ¿cómo se entrelaza el cuerpo femenino con ser madre y ser hija?

Lectura detonante: Mientras las niñas duermen de Daniela Rea

Lectura complementaria (teórica): La condición de madre y la condición de hija de Adrienne Rich

Sesión 2

Maternidad y cine, coordina: Abigaíl Cortés

En esta sesió reflexionaremos sobre la representación de la maternidad en el cine y la televisión.

Narraciones detonantes:

Relic (2021), dir.  Natalie Erika James
Fragmentos de una mujer (2020), dir. Kornél Mundruczó,
El club de las madres rebeldes (2016), dir.  Christopher Lennertz,
Lilo & Stitch (2002), dir. Chris Sanders y Dean DeBlois

Sesión 3
Maternidad y escritura, coordina Abigaíl Cortés

En esta sesión nos plantearemos una serie de preguntas sobre el ser mujer, escritora y madre. Reflexionaremos sobre el tema de la maternidad en relación con el campo literario.

Lectura detonante (teoríca): Eider Rodríguez, Devenir autora: el autorrelato como camino para deconstrucción de la postura autoral.

Sesión 4
Maternidad y poesía, coordina: Fernanda Monsalvo

En esta sesión exploraremos algunos poemas cuyo eje temático es la maternidad y las estrategias que emplean para subvertir la poesía masculinista.

Poemas detonantes:

Algo en mi vientre de Deena Metzger

Madre Soltera de Marina Yuszczuk

Chica desconocida en la sala de maternidad de Anne Sexton

La madre perfecta de Susan Griffin

Inscripciones en el correo colectivapld@gmail.com

Yo tengo una casita que es así y así

A continuación se presenta una pequeña selección de textos que nacieron en el taller Casa y literatura, impartido por Adriana Ventura a principios del año 2021. Las autoras que participan en esta muestra son Abigaíl Cortés, Andrea Yepez, Jennifer Rubio, Jimena Rosillo, Judith Arámburu, Laura Sofía Rivero y Priscila Villanueva. 

Collage deJudith Arámburu García

Mi casa viene ya, ya casi llega, cada día. Casi…casi, ahí viene, ya merito. Hoy no, pero mañana tal vez. Hoy no porque la puerta de la bodega se cayó y hay que repararla. No sé si mañana porque hay humedades pero vendrá mi casa cuando las resane. (JR)

Construir tiene mucho de desescombrar.
La tierra se corre como si hubiese pasado una avalancha.
Se alzan con premura estructuras inestables y temporales, parecidas a las que se arman en las emergencias.
Los ladrillos se parten.
La pintura gotea.
Restos de cemento se endurece en los lugares equivocados.
Hay polvo.
Mi casa, entonces, nace ahí, de vistazos de ruina. De ver el alboroto y el desorden y aquietarlos a punta de pica y pala y fuerza. (AY)

Falso jardín

Aprendí a estar desnuda en esas cuatro paredes. Era el calor que me sofocaba al regresar de la escuela. Era sentir mi cuerpo pegajoso apiñado a otro cuerpo que solía dormir conmigo en un colchón individual cuyos resortes florecían y lastimaban y conocíamos tan bien como para encontrar descanso a pesar de todo. Ese cuarto se erigió como eje del mundo. No necesitábamos más, aunque nuestros muebles eran cajas de cartón, aunque la cama había tenido no sabíamos cuántos otros dueños, aunque nuestro escritorio que a veces era comedor y a veces cantina y otras veces mesa de negocios nos lo habían regalado en una tienda de abarrotes porque nos vieron los ojos frescos, recién nacidos y llenos del más profundo desconocimiento.

Nunca antes había podido estar así, sin nada puesto encima. Porque previamente las puertas no existían y mi casa no era casa sino un pasillo larguísimo e interminable donde todos deambulaban a cualquier hora. Éste, a diferencia, era un cuadrado cerrado, sin fugas; un cuarto. Mi cuarto. Nuestro cuarto. Y la ropa sobraba para comer, estudiar, hacer apuntes, sentir bajo los pies la piedra caliente por aquel sol que derretía las ventanas. Era fácil no tener, olvidar todo, regresar a la piel y sus orígenes. Nunca antes había sentido eso. Pero ese lugar me enseñó a desprenderme y no volver atrás la mirada. Los que vuelven la cabeza se convierten en sal, se hacen polvo o se disuelven. (LSR)

Una casa no se construye sola,

necesita de muchas manos para que pueda servir de refugio.

Alguien la imagina, otras le dan formas,

ponen los cimientos.

El cuerpo que soy, que habito

también es producto de la unión de muchas manos.

Si miramos lejos:

mi padre y mi madre,

sus ancestras y ancestros.

Si miramos cerca:

átomos,

células que forman la materia.

La casa que soy

es plural, multiplicada,

compartida.

La casa que soy

es muchas casas juntas. (JR)

Recorrer la casa

La casa me hace pensar: en las ausencias, en el tiempo, en los huecos y las huellas.

[Mi casa, ha sido varias casas].

He estado varias veces en esta casa: varias temporadas de mi persona, también de quienes no se han ido de aquí.

[Transité varias de sus habitaciones, hasta regresar a aquella donde empecé].

Personificando esta casa: soy un sótano, he habitado el sótano.

[Entre mis hombros cargo mi casa, a veces ligera, a veces pesada].

Analepsis de oscuridad y de luz en cada uno de esos espacios. Todo ha dejado de pertenecer, permanecer, y como rastro, difuminado.

[La casa, el hogar, siempre ha estado dentro de mí].

Y eso interno en mí, me hace reflexionar sobre lo que deseo sentir: en esa primera sensación, de lo que llegue a ser mi casa-hogar-refugio.

[El instante en que ande descalza entre la arena blanca o la hierba del bosque]. (JA)

Casa y Memoria

Una de mis bisabuelas perdió su casa en una apuesta.

Mi primera casa, fue una casa de muñecas de madera. Mi hermana y yo tuvimos una casita para jugar, en el hueco debajo de la escalera de la casa que mis papás construyeron y en la que aún viven.

(Sigue escribiendo lo que estás pensando) 

Normalicé tener una casa. (JR)

Una casa Porvenir

En la cocina de aquella casa había un refri tapizado de dibujos y cartas de un nieto; en el comedor, dos ventadas cuya vista daba hacia una jacaranda. Había también un pasillo con fotografías de rostros que ya murieron y están a punto de ser olvidados.  La habitación era el lugar más calientito, lo tenía todo: sándwiches para ver caricaturas en la noche, mecedora para dormir tomando el sol, una cama para recostarse y pensar en el futuro que, ante una muerte inminente, ya no podrá conocerse. (AC)

Hogar 85

5 meses de gestación

hogar perfectamente ovalado

cálido

cereno

acústica inimaginable.

En santa paz.

Esperanza, acostada

ve su lámpara inquieta

las persianas bailan

se rompe el brindis marital

del hogar

¡Los castillos se vuelven andamios!

caen las copas.

(Sístole, diástole)

Aterrada

grita

corre

quiere salvarnos

cae.

Dos pisos,

escalones,

hematomas infinitos universos.

Abraza su barriga,

¡El bebé!

-nos salvan el cráneo-

-se apaga la luz-

el edificio se desploma

sobre ella,

mi primera casa.

Bajo escombros

enteradas

aplastadas

horas después vuelve en sí

-Su bebé no va a nacer completo-

Seguimos vivas. (PV)

Reseña punk: El agente topo

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Abigaíl Cortés

 

Mi mejor amigo, quien tenía más años de edad de los que tiene Mickey Mouse, murió un día precioso de mayo. Nuestra amistad comenzó por casualidad cuando nos encontramos en una fuente que hoy ya no existe. Las personas creían que él era mi abuelo, pero no, él era mi amigo y hacíamos las cosas que hacen los mejores amigos: comíamos juntos, tomábamos café, comentábamos libros, películas, veíamos el futbol, nos contábamos chismes, hablábamos sobre las personas que nos habían hecho daño, de las cosas que nos daban miedo y veíamos Los Simpson por las tardes.

Mientras conviví con él, aprendí que el cuidado es el centro de toda amistad aunque esto no siempre se diga de manera explícita; también, caí en cuenta de que jamás había pensado en las implicaciones de envejecer hasta que lo conocí. Yo formé parte de su red de cuidadoras hasta el último día de su vida.

Después de su muerte, tomé un de curso sobre envejecimiento y entristecí mucho porque sentí que aprendí muy tarde y que, de haber sabido más, habría podido cuidarlo mejor. Ni modo, como dicen por ahí, vivir no se ensaya.

Hoy platicaremos sobre el El agente topo (2020), un documental chileno dirigido por Maite Alberdi que me dejó con dos preguntas: ¿cómo aprendemos a cuidar?, ¿quién nos enseña?

La vejez tiene sus propias etapas y cada proceso de envejecimiento tiene diferentes necesidades. Aquí me surge otra pregunta: ¿contamos con la preparación necesaria para acompañar a las personas mayores que nos rodean? Como cuidadora de un adulto mayor que poco a poco fue perdiendo su autovalencia, puedo decir que aprendí sobre la marcha, lo cual quiere decir, dolorosamente, que me equivoqué mucho. En este sistema no hay lugar para el cuidado, como dice mi querida Estefania Morales: «cuidar es punk».

Tal vez crean que en esta reseña no he hablado mucho sobre El agente topo, pero no, de hecho ya les he contado mucho. Creo que es importante establecer una discusión horizontal con las personas de la tercera edad. La relación abuela/abuelo-nieta/nieto es filial pero no es la única. Valdría la pena explorar más formas de relacionarnos no sólo con las personas de la tercera edad sino también con las infancias. 

En El agente topo Sergio Chamy nos comparte su visión y sus opiniones sobre todo lo que ocurre en el Hogar de Ancianos San Francisco del Monte. En este documental, don Sergio señala que el abandono y la ausencia son formas de violencia más comunes de lo que nos gustaría admitir. La condescendencia no es cuidado. Todas las personas tienen derecho a una vejez cuidada, digna y acompañada porque, en palabras de don Sergio: «la soledad es lo más grave».

 

 Sentidos comentarios finales y anuncios parroquiales

  • Para quienes ya vieron El agente topo: ¿notaron que el Hogar de Ancianos San Francisco del Monte en su mayor parte es habitado por mujeres?, ¿han pensado por qué?
  • El agente topo se merecía el premio Óscar, sísísí cómo de que no.
  • Si quieren conocer un poco más sobre cómo escribí esta reseña, grabé un video para hablar sobre eso y lo pueden ver dando clic aquí
  • Les cuento que este año Mickey Mouse cumplirá noventa y tres años.

photo_2021-02-18_19-57-12Sobre la autora

Abigaíl Cortés nació entre los límites de Tláhuac e Iztapalapa en 1993. Es cuidadora, tallerista, lectora, escritora, editora y Pensadora de la Casa de Escorpio en Pensar lo doméstico. Cursó una licenciatura en Letras Hispánicas y sólo aprendió a deprimirse. Síganla en redes para más chismito.

 

 

 

Reseñas (2)Sobre esta columna
Reseña punk es una publicación periódica que llega el primer viernes de cada mes desde la Casa de Escorpio para el mundo. La primera temporada de este ciclo de reseñas tratará sobre películas cuyos protagonistas son personas en o cerca de la tercera edad.

Por qué debería venerar a su lavadora: un manifiesto

Corina H. Reyes

Pesukone, vaskemaskin, tvättmaskin, เครื่องซักผ้า, rentadora, стиральная машина, washing machine, lavadora, 洗衣機, wasmachine, makîneya kin şûştinê. La multiplicidad de idiomas en los que existe la lavadora es una muestra de que su servicio leal y eficaz es requerido en todas partes del globo. A pesar de esto, ella es el electrodoméstico más menospreciado y al que se dedican menos alabanzas.

Esto tiene que acabar. 

Los refrigeradores aparecen en poemas; los televisores son todavía objetos de controversia entre quienes los defienden de educadores y quienes los acusan de idiotizar a los espectadores. Más de una persona se ha declarado dependiente de las cafeteras. Los hornos de microondas aún despiertan acaloradas discusiones sobre sus efectos en la salud y calidad de los alimentos. Las estufas, las licuadoras y otros aparatos del hogar son símbolos de la vida independiente y esclavizante por igual. Sin embargo, pocos pensamientos se han dedicado a la heroína modesta, a veces ruidosa, a veces discreta, que vela por el bienestar de quien la usa, un ciclo de lavado a la vez.

La lavadora no es sólo un instrumento que provee de prendas limpias a los usuarios.

  • Es defensora de la imagen personal del usuario. Probablemente usted haya acudido en más de una ocasión a una cita, trámite o ceremonia importante vistiendo prendas libres de manchas de comida u olor a sudor y eso fue gracias a una lavadora.
  • Es el pilar que sostiene el tiempo libre del usuario. Se derraman lágrimas pensando en las muchas horas de vida valiosa que desperdiciaron las antepasadas humanas mientras despercudían, remojaban y lavaban a mano las prendas de toda la familia. Esas antepasadas dejaron de aprender un idioma, un arte marcial o caligrafía por estar tallando pantalones contra piedras de río. Usted, en cambio, usa unos minutos en echar una carga, detergente, y se puede dedicar inmediatamente al esparcimiento y/o productividad mientras la fiel lavadora concluye su ciclo.
  • Es la guardiana de la dignidad del usuario. Piense en los muchos secretos revelados a los sentidos de quienes tocaron, miraron y olieron los rastros que aventuras y pasiones diversas dejaron en las prendas sucias. La lavadora no juzga; lava, enjuaga y centrifuga.
  • Es la verdadera razón por la que las manos de quien la usa se ven suaves, jóvenes y tersas.
  • Es una fuente de inspiración para el lenguaje. Expresiones clave para la justicia, la comunicación y la política provienen de la labor de limpieza de esta máquina maravillosa, por ejemplo: lavado de dinero y lavado de cerebro.
  • Es un invento que ha acompañado a la humanidad durante siglos. En 1691 se otorgó la primera patente a una máquina para lavar ropa; es decir, es más antigua que el piano, el motor de vapor, el teléfono, la bicicleta, la Coca-Cola, el imperio soñado de Napoleón, las pinturas de John William Waterhouse, la literatura gótica, el dadaísmo, la vacuna antirrábica, las licuadoras, los condones y los reactores nucleares. 

Apelamos a usted que tiene una lavadora en casa y eso le hace un ser con suerte. Usted ignora, seguramente, la cantidad de personas adultas que en este momento en el mundo carecen de su propia lavadora. Lo desconoce porque no existe una organización mundial que mida de forma eficiente indicadores de acceso garantizado a una lavadora dentro del hogar. Tampoco conoce con cifras exactas y contundentes la cantidad de personas que tienen acceso a una lavandería. Esos seres alrededor del mundo también son menos afortunados que usted porque dependen de la puntualidad y salud de los empleados de lavandería para acceder a una lavadora en los horarios de funcionamiento  prometidos en un cartel que cuelga de la puerta del establecimiento. 

Usted tiene una lavadora en casa que funciona perfectamente después de cinco años de explotación y eso le hace un ser con suerte. Seguramente desconoce en este momento la cantidad de personas que tienen una lavadora descompuesta y arrumbada en casa; o que funciona parcialmente, pues no deja blancas las prendas blancas o convierte en grises las prendas negras. 

Usted no ha descompuesto su lavadora porque no es un usuario desconsiderado y leyó el manual antes de usarla. Memorizó con la diligencia de un estudiante de nivel básico los capítulos sobre cómo añadir el detergente, el suavizante y cómo limpiar los filtros. No obstante, en este momento hay millones de usuarios que desdeñan el manual o no tienen acceso a la capacitación para el correcto uso de la lavadora. Esta negligencia orilla al usuario a una situación de pánico en la que después de insultar injustamente a la lavadora, recurre a la garantía de manera anticipada (como si los técnicos no tuvieran nada mejor qué hacer).

Usted tiene una lavadora que no hace ruido porque cumple con sus funciones tímida y calladamente, como a usted le gusta que se hagan las cosas. Eso lo hace un ser con suerte. Si usted tiene una lavadora ruidosa, quiere decir que está pagando alguna penitencia de vida pasada en la que maltrató a quien le lavó a mano y por tanto debe padecer, a manera de manda, piadosamente el ruido del centrifugado. Acepte su karma y haga lo propio para mejorar su futuro.

Nuestra postura es clara. A partir de hoy, ningún foco rojo será ignorado. Ningún ruido que signifique mal funcionamiento será objeto del rencor del usuario, sino de su preocupación genuina que le hará correr por el manual o llamar con urgencia al servicio técnico. Será prioritario restaurar el funcionamiento de este aparato estupendo que es el verdadero mejor amigo de las personas.

Por lo anterior, se considera de la mayor importancia que las lavadoras tengan un día de mundial de reconocimiento y un hashtag de apreciación. Que cada persona mayor de edad exija a sus dirigentes una medida para apoyar a quienes no cuentan con una lavadora o  tienen una averiada que requiera atención. Que las escuelas de arte, en especial de literatura, alienten a sus alumnos a usar la lavadora como fuente de inspiración para sus obras. Que en las escuelas de educación primaria se valoren las visitas de campo a lavanderías tanto como se hace con los recorridos a museos. Que se aliente a la infancia a aprender a usar y cuidar de las lavadoras. Que cada museo de ciencia y tecnología cure una sala para la historia de las lavadoras cuando no sea posible dedicarles un museo nacional exclusivo.

Que las instituciones de educación superior alienten a sus ingenieros, físicos y matemáticos a investigar sobre la ciencia del desagüe y el centrifugado, así como a pensar en el futuro de la tecnología de estas máquinas excepcionales. Que las lavadoras que no puedan continuar lavando sean desmanteladas con honor y respeto.

Que el usuario, al sentir sus manos, brazos y espalda libres de cansancio piense en su lavadora y sienta agradecimiento por ella en su corazón.

Lavaremos,

Facción lavada y planchada del ejército de carga pesada a 40º


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Corina H. Reyes (México, D. F., 1985) ha sido muchas personas. Se gana el pan en una escuela primaria cerca del Polo Norte, pero realmente quisiera escribir todo el día. No come vaca porque es un animal sagrado. Su gesticulación excesiva la ha puesto en aprietos más de una vez. Preferiría no pagar sus impuestos, pero es temerosa del fisco. En 50 años se ve como una fantasma acosadora de gente viva en algún un parque mal iluminado.

Oksana Kutsenko: fragmentos de La escuela de ballet

Diseño sin título (5)

Presentamos una selección de poesías del libro La escuela de ballet (2007) de la autora ucraniana Oksana Kutsenko. A continuación encontrarán el texto en ucraniano, su lengua original y, posteriormente, las traducciones al inglés y al español, las cuales pueden leerse en paralelo (a dos columnas) cuando esta entrada se lee desde una computadora. Pensar lo doméstico agradece a Oksana Kutsenko, Vita Vypovska, Fernanda Monsalvo y Abigaíl Cortés por el trabajo realizado para llevar a cabo esta entrada.

 

балетна школа

I
у картинах померлих художників більше любові
в них жирніша земля
і духм’яніші квіти
і мова жаги
ненаситним корінням
сягає таких глибин
де не спинишся на півслові.

і відімкнені нею
свавільно старіємо ми
і відімкнені нею
буяють крізь нас рослини
піднімаючи стеблами чаші
–в яких провини
ніби вина гарячі–
споїти вуста зими.

II
Фрідоманія
За мотивами творів Фріди Кало
Міцніше за настояні напої
Твої передчуття в мені давно.
І я люблю губити це вино,
Тому твої передчуття настоюю…

Чеканням, як чеканкою тонкою,
Гаптую чаші дві або одну.
Одну на двох –котра веде до сну,
На дно ріки й сама стає рікою.

Натомість п’ю буденність каламутну.
І не забути мрій, і не заснути…

III 
Боюся п’ятниць, коли ти мовчиш.
Велика тиша піднімає ніж
Аби мені його всадити між
Думок, лопаток або поміж ребра.
Тоді я повернусь назад у тебе
–Хоч Єва заховатись не змогла
У тіло чоловікове
Від неба.

мої думки живі
немов смола
й зелені
наче кропив’яні стебла.

 

The Ballet School

I
The dead artists give more
love on their paintings
their soil is oilier
their flowers balmier.

Their appetite for words
like insatiable hunger
is deeply rooted
somewhere in the depths of
yours,
where you will not become an
echo of a tale cut short.

And opened by a word
we are wilfully getting older
and opened by a word
our souls abound with
blossoms
Their stems lift cups of
life
full of inner guilt,
as hot as wine,
that make cold lips go drunk and dry.

 

II
Harder than any liquor
I’ve kept your taste for me.
Sipping this wine is my fervour
so I let your taste in me instill.

Waiting,
like the thinnest seal
I’m grabbing cups –one or two.
Or one or two that
take me for a sleep to
the riverbed and back
–Which then itself becomes a river.

 

In lieu, I drink life’s daily ordinariness.
I can’t forget the dreams
and slumber never comes.                                             

III
I fear Fridays without your voice.
Great silences take a knife
to cut my thoughts two times a night,
then make one thrust right through the ribs
to stop between my shoulder blades.
And just so, I’m back in you.

Though Eve could hide in a man’s bone
                                            from heaven…
My thoughts are livelier than the tar
and greener than nettles’ stems.

La escuela de ballet

I
Los artistas muertos
dan más amor en sus pinturas
su tierra es más oleaginosa
y sus flores más fragantes.

Su anhelo de palabras
como un hambre insaciable
está profundamente arraigado
en algún sitio
en las profundidades
del tuyo,
donde no te conviertes
en el eco abreviado de una historia.

Y abiertos por una palabra
envejecemos deliberadamente,
y abiertos por una palabra
nuestras almas abundan de flores,
sus tallos levantan copas de vida
llenas de culpa interna
tan calientes como el vino
que embriaga y seca
los labios fríos.                            

 

II
Más potente que el licor
he mantenido tu gusto por mí,
Sorbo el vino con fervor
dejo que tu sabor me infunda.

Espero,
como el más pequeño cuño
Cojo las copas, una o dos.
O una o dos
para llegar al cauce
a dormir de ida y vuelta
hasta convertirse en río.

 

Pero bebo la zafiedad
de los días ordinarios.
No puedo olvidar los sueños
y el sosiego nunca llega.

III
Temo a los viernes sin tu voz.
Los grandes silencios
empuñan una daga,
dos veces cada noche
hieren mis pensamientos.

Me apuñalan entre las costillas
hasta detenerse en mis omóplatos
Y sólo así,
estoy de vuelta en ti.

Aunque Eva pudiese
esconderse en el
hueso de un hombre
del cielo,
mis pensamientos están más vivos
que el alquitrán
y más verdes
que los tallos de ortiga.


autora

La autora. Oksana Kutsenko (Rozumna). Poeta y diplomática de la Embajada de Ucrania en Sudáfrica desde 2018. Nació en 1975 en Chernihiv, Ucrania. Ha publicado los libros En los inviernos del deseo (1996) con el que obtuvo el premio Smoloskyp, La escuela de ballet (2007) y Crisálidas (2016).

En 2004 obtuvo el grado de doctora en Estudios Religiosos por la Academia Nacional de Ciencia de Ucrania. También es autora de dos libros infantiles: Manzanas horneadas (2015),  Aurora y otras princesas (2019) y co-traductora de la Poesía Selecta del poeta senegalés Léopold Sédar (2018).


trad1La traductora al inglés. Vita Vypovska (1992). Filóloga egresada de la Universidad Nacional de Lingüística de Kiyv. Es escritora de contenido para Readdle, traductora y apasionada bailarina de ballet.

 

 

 

 

 

 

trad2La traductora al español. Fernanda Monsalvo (1994). Poeta, docente y traductora mexicana. Maestranda en Política en la Universidad Karlshochschule. Sus poemas han sido publicados en diferentes revistas y antologías. Es miembro de la colectiva Pensar lo doméstico.

 

 

 

 

photo_2021-02-18_19-57-12La editora. Abigaíl Cortés (1993). Lectora, editora y escritora mexicana. Cuidadora de la Casa de Escorpio en Pensar lo doméstico. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la FFyL-UNAM.

Mi abuela, mi hueco

Andrea R. Calderón

Ciudad Universitaria se ha convertido en un centro de vacunación. Mientras camino al tianguis, puedo ver de lejos la euforia de la primera vez; hay un cartel muy grande que dice: “Espera de familiares”, veo a varias personas de la tercera edad caminando hacia la puerta con un aire fresco, veo también a jóvenes esperando afuera o llevando de la mano a quienes podrían ser sus abuelos. Me da alegría pero también tristeza. Desde hace varios años, anhelo la presencia en mi vida de una abuela. Incluso anhelo el recuerdo de una. Quisiera decir: “Voy a acompañar a mi abuela a vacunarse” o: “mi abuela me está enseñando a tejer colchas”, pero no. No puedo, no podemos. Ella no está en mi mundo material. Mi abuela materna es un hueco que no he podido llenar. 

Hace un par de semanas nos juntamos por el cumpleaños de mi hermana y, en medio de los comentarios sobre sus recién cumplidos veintiséis años, mi mamá nos preguntó qué se sentía tener madre a nuestra edad, qué se sentía el acompañamiento y el simple hecho de saber que está ahí. Se hizo un silencio corto que pareció largo mientras mi hermana y yo nos mirábamos. No voy a negar que esa pregunta me rompió un poco el corazón, pero también siento que conecté profundo. Tenía todo el sentido del mundo que lo preguntara. Yo quería decirle que también siento su orfandad, que noto cómo la ausencia de la abuela me ha dejado huérfana de alguna manera y que de muchas formas siento que ella no está pese a no haberla conocido, pero no pude decirle nada de esto.  Solo le acariciamos el brazo y dijimos: nos tienes a nosotras. 

Mi linaje materno tiene un hueco, me lo he repetido durante mucho tiempo. Mamá vio partir a su madre cuando tenía doce años. Graciela, mi abuela, dejó este mundo de forma súbita y dolorosa. He regresado a ese episodio tantas veces que hay momentos en que me veo como otra niña de doce años abrazando a mi mamá en su pérdida, siendo su amiga, acompañando el camino de futura incertidumbre.  Otras veces regreso solo para entenderla, para observarla y aceptar que todo pasó así, sin más.

Algunas veces veo las pocas fotografías (borrosas) de la abuela y reconstruyo en mi cabeza su rostro y su cabello. A veces pienso que mi abuela no dejó rastro y quisiera encontrar pruebas materiales de su existencia; quisiera encontrar cartas, prendas de ropa, aretes, un alhajero perdido o una canción, pero parece que no hay huellas concretas, solo ese par de fotografías a las que todo el tiempo les exijo credibilidad. 

Hace un par de años, me di cuenta de que yo también me siento instalada en la orfandad, solo que la mía es difícil de explicar, mi madre está ahí y siempre ha estado, pero tengo esa sensación de que al mirar mis pies, no encuentro mis raíces. A ese proceso le llamo orfandad de abuela, no solo por no haber conocido a Graciela, sino por compartir con mi madre el hueco que dejó este proceso. Mi madre y yo nos pasamos el hueco. Mi herencia es también un hueco. Nuestro amor es compartir también ese hueco. 

Después de leer Cuando las mujeres fueron pájaros de Terry Tempest Williams, en donde la autora hace una reflexión muy potente sobre la voz de su madre después de haber recibido sus diarios en blanco como herencia, llegó a mí la pregunta de si no estaba siendo injusta. Que mi abuela no haya podido dejar un rastro concreto no significa que haya un vacío y que su voz no esté por ahí o por aquí diciéndonos algo. Creo, incluso, que dejar un rastro concreto es una cuestión de privilegios. No estoy segura de que mi abuela supiera leer o escribir, no estoy segura de qué pasó con sus pertenencias después de la muerte o si sus hijas e hijos pudieron cargar, además de la pesada pérdida, alguno de sus objetos preciados. Solo estoy segura de que mi mamá atravesó un recorrido por distintas casas en las que su orfandad pesaba tanto que nadie se atrevía a hacerse cargo. Mi mamá se construyó a sí misma unas alas para sobrevolar la pérdida. Las cosas de mi abuela no eran la prioridad cuando había que recorrer un camino largo y era necesario viajar ligera. Los diarios en blanco de la mamá de Terry podrían ser equivalentes al hueco en la mesa que dejó mi abuela. Un hueco al que de muchas formas mamá y yo le hemos dado sentido. 

Y si mi linaje femenino tiene memoria, esa memoria se asoma por el hueco, florece en el hueco y camina dentro de él. El hueco es un refugio. El hueco es capaz de recibir mis palabras escritas y de ampliar la voz de mi abuela. Que yo no pueda escucharla ni leerla no significa que su voz no haya estado ahí y que no siga estando, que no siga colándose en los ojos de mi madre, en su sonrisa, en los pasos de mi hermana y hasta en mi escritura. 


LA AUTORA

Andrea R. Calderón. Pensadora de la Casa Cáncer. Es ecofeminista y profesora de tiempo completo. Le gusta viajar, rodar en bicicleta y dibujar toda clase de hierbas. Los círculos de cuidado entre mujeres le han cambiado la vida. Cree firmemente que lo espiritual es político y que los rituales cotidianos ayudan a sanar viejas heridas. Participa en el club de lectura “La Jardinera” donde comparte con sus amigas lecturas de autoras de todo el mundo y una tacita de té. En su cama también duermen Baku y Ramona.